Ser Hijo S.F.

Si formas parte de alguna comunidad educativa o parroquial donde estamos presentes puedes ponerte en contacto con el párroco o el delegado de pastoral de la escuela. Él te acogerá y ofrecerá las primeras indicaciones para hablar del tema con naturalidad.  Si inicias el proceso de forma más autónoma o nos has conocido a través de otras personas o de internet puedes escribir a la página vocacional de la Congregación (www.manyanet.org) donde se te indicará el proceso a seguir para un acompañamiento personal.

No se pide un determinado nivel académico al ingresar, si bien para nosotros el proceso de formación es importante e incluso los estudios de filosofía, teología y, en ocasiones, una carrera civil particularmente del ámbito educativo y familiar. Todo ello es variable en función de la propia persona y de su vocación. En cualquier caso, se requiere una buena disposición y la motivación suficiente para ello. Además, en la etapa de formación hay momentos también de actividad pastoral y social en las diversas comunidades y lugares de modo que todo contribuya al crecimiento integral (“corazón e inteligencia”, en palabras de nuestro fundador S. José Manyanet) de la persona.

En general antes de cumplir los 18 hacemos un acompañamiento externo. A partir de esa edad se puede formar parte de una comunidad formativa. Respecto a un límite, nuestra comunidad lo sitúa a los 30 años… más allá de esa edad se necesitaría un permiso especial del P. Superior General para poder entrar en el Noviciado. Esto es debido a la flexibilidad que exige la formación y a la disponibilidad para la vida en común. En cualquier caso es necesaria generosidad y una actitud de apertura y colaboración con todos.

No hay que pagar nada para ser Hijo de la Sagrada Familia. Una vez que la persona entra en la Congregación como Novicio, la comunidad se hace cargo de cualquier gasto que pueda surgir. Manutención, estudios, salud, descanso… eso sí con un estilo de vida austero y responsable como corresponde al voto de pobreza que ya desde el noviciado se empieza a experimentar. Antes del noviciado se contribuye a la comunidad según las posibilidades y medios, tanto personales como de la familia, de acuerdo con los formadores.

Algunos están claros: no se puede estar casado o tener hijos a cargo; se requiere gozar de madurez humana y psicológica suficiente como para tomar decisiones importantes de por vida; no se pueden tener deudas económicas que limiten la libertad del individuo; un estado de salud adecuado para la misión de la Congregación… requerimientos propios de una vida consagrada al servicio de Dios y las personas….

Y una vez que un joven expresa su deseo de ser religioso en la comunidad se inicia un proceso de discernimiento que se denomina Aspirantado-Postulantado. Como mínimo durante un año al candidato puede conocer mejor la comunidad y la comunidad al candidato. Durante este período se ofrece un acompañamiento personal para discernir la voluntad de Dios en medio de la vida cotidiana y se evalúa lo mejor posible la aptitud y la veracidad de la llamada. Es una búsqueda delicada y honesta pidiendo al Señor la Luz para buscar y hallar la voluntad de Dios. En este tiempo se pueden conocer también a otros jóvenes que se están planteando también su vocación y compartir con ellos deseos, ilusiones, miedos…