Historia

Un largo camino a la aprobación

Convencido de que “por santo y laudable que se considere el fin de un Instituto, por buenas y perfectas que sean las reglas que le son peculiares, es necesario que Orden y Reglas tengan la aprobación de la Iglesia para que las personas llamadas a este género de vida, queden perfectamente aseguradas de que siguiendo tal camino no pueden descarriarse del de la perfección” y siguiendo el consejo del obispo Caixal, se decidió a dar los pasos necesarios para lograr la aprobación del Papa. Por tanto, como era obvio y exigía la práctica vigente, pidió el apoyo y recomendación de los ordinarios en cuyas diócesis trabajaban ya los “sacerdotes-maestros” y las religiosas por él fundados.

El 1º de mayo de 1878 enviaba una súplica en este sentido al obispo de Barcelona y otras al de Lleida y al gobernador eclesiástico de Solsona.

Una vez recibidas con las más favorables recomendaciones las testimoniales episcopales, redactó una súplica al Papa y el día 4 de junio de 1878 enviaba a Roma al P. Juan Barber para que lo presentara a Caixal y éste hiciera llegar la documentación a la S. Congregación de Obispos y Regulares.

Por desgracia, el mensajero fue infiel a su mandato y habiendo informado siniestramente de cuanto estaba sucediendo en los dos institutos del Padre Manyanet, la documentación no llegó a su destino ni se restituyó al Padre Manyanet.

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